El mes pasado realizamos el seminario sobre el Programa de Monitoreo de la Calidad del Agua del Río Biobío, programa único en su género en Chile y América Latina, porque es apoyado por usuarios privados del Río Biobío y cuyos resultados son entregados a las autoridades y expresados en un mapa de la calidad del agua, en un sistema fluvial que hoy cuenta con una norma de protección ambiental desde el año 2015.
El programa existe desde el año 1990, y fue uno de los resultados del entonces proyecto EULA, apoyado por la cooperación italiana, y que hoy lleva adelante el Centro EULA Chile. Por supuesto que muchos de los problemas de calidad del agua de la principal fuente de aprovisionamiento de agua potable, agrícola y de uso industrial de la región, que existían en los años 90, se han ido superando, aunque también aparecen otros problemas emergentes, que son necesarios atender.
En su reciente informe sobre el desempeño ambiental de Chile, la OCDE indica que el país presenta una normativa de protección ambiental desactualizada y que se debe avanzar en normas de descarga y de calidad más estrictas. El rol de la investigación científica es justamente adelantarse a este escenario que, sabemos, está agudizado por la crisis climática —de reducción de las precipitaciones y del agua disponible que tenemos—, por lo que necesitamos asegurar que la calidad del agua sea apta para todos los usos que hacemos de ella, así como también asegurar la adecuada protección del ecosistema fluvial más relevante del país en términos de biodiversidad.
Indicamos en el seminario que el seguimiento, control y monitoreo de la calidad del agua del Río Biobío debiera ser una tarea de toda la región, incluido por cierto el Gobierno Regional, el Estado y también el sector privado que hace uso de este con fines productivos —incluida la actividad agrícola, energética—, y en general todos los usuarios. Nosotros, desde la academia, contribuimos con la generación de la información, optimización y mejora de los sistemas de información, así como de la difusión de esto, pues no tendremos agua en calidad ni cantidad si no trabajamos para continuar con su adecuada protección.
Debemos considerar que este es uno de los pocos sistemas fluviales protegidos en el país, y eso es posible porque hubo un esfuerzo de colaboración entre la universidad con el sector privado y el estado en promover el conocimiento de la calidad del agua del sistema. Esto se debe transformar por lo tanto en una actividad permanente. Tenemos algunos problemas con la superación de algunos parámetros normados, como los nutrientes (Nitrógeno, y Fosforo) que podrían terminar en que el Ministerio del Medio Ambiente decrete un plan de descontaminación para el Río.
Es cuando más necesitamos de la colaboración, pues de ello depende también la sostenibilidad de nuestra región, que como sabemos enfrenta una crisis y debe reorientar y repensar su modelo de desarrollo.
Dr. Ricardo Barra Ríos,
Director del Centro EULA
Universidad de Concepción